viernes, 11 de julio de 2014

Reseña de la sesión dedicada a RELATOS DE UN NEURÓTICO de Ricardo Santofimia

      Una sesión entre adjetivos.



      Entrañable, porque los comentarios circularon por esa esfera de los sentimientos. Lo que, sin embargo, no entorpeció ni coartó el nivel crítico que caracteriza a este Club de Lectura.



      Desde el comienzo se ponderó el título mismo, acertado. Daba juego, creaba expectativas, su significado intencional lo iría aclarando la lectura de los sucesivos relatos. Aunque la pregunta inicial permanecía, permaneció: ¿neurótico?, ¿quién?, ¿cuántos?, ¿el autor?
                
      El título abría las puertas del tema. Se antojaba la neurosis, la del libro, enfermedad o cosa difícil de acotar. Coincidían los asistentes en que todos tenemos neurosis, que no son neurosis sino manías, que no son manías sino obsesiones. Ahí parecía residir la clave. Los protagonistas de todos los relatos se descubren de pronto normales pero alienados, e incuban una obsesión por salir de esa normalidad, transgredir (para algunos asistentes, cuestión muy de actualidad). Estado que los aboca a soluciones rocambolescas. ¿O acaso por iniciativa, llamemos, caprichosa del narrador? ¿O del autor empujando a escena al narrador?
                
      Vuelta al autor. Se le conocía personalmente, bien que mal, o al menos lo suficiente. Lógico, pues, una aproximación a su personalidad en relación con el libro. Predominaba en el ánimo de los tertulianos la impresión de estar viéndolo a lo largo de la lectura: bien por asociarlo al eje de las metamorfosis que narraba, como transformaciones… ¿fallidas? (¿la jubilación supuso para él una transformación?); bien por una cierta identificación con sus personajes, que pretenden cambiar algo, aun reconociéndolo imposible; o bien por imaginarlo plantado ante el absurdo y escribiendo como una liberación.
                
      Y capacidad de síntesis. En un libro sorprendente como calificación general, y en particular por su diversidad y estructura narrativa, cuya unidad temática tiene en Lifting el prólogo y en El Accidente el epílogo.



     Libro raro también, por abordar la reacción contra la existencia desde la literatura, digamos, neurótica. Se propuso la justificación de si no estaríamos -estarían- ante una literatura existencial, pues refleja el desajuste del hombre con el mundo en que le ha tocado vivir. Quizás de ahí, para algunos, el desconcierto inicial en su lectura. Aunque a la postre el reconocimiento de que invitan a la reflexión su lenguaje, aun excesivo, y la ironía que supura.



    La consideración de libro divertido venía de la mano. Por unir algo tan serio con un final deslumbrante, por sus imágenes, por la abundancia de frases destacables en atrevidas connotaciones (se le comparó con Juan José Millás en lo divertido, sorprendente y absurdo). Vial donde se advertía una mezcla de tonos: irónicoburlesco, incluso poético a veces, que no trata al hombre trágicamente, sino desde el esperpento, pues, mirándolo desde arriba, vemos peleles, muñecos (larga sombra de Valle Inclán).
                
     Visión del hombre a través de unos protagonistas inadaptadosinsatisfechos, que chapotean en el remolino de una neurosis obsesiva. Un apunte dio la explicación: en realidad no se trata de enfermos mentales, sino sociales. Es la presión del entorno quien los desquicia, el libro denuncia, critica. En realidad, los personajes de reparto están `peor´ que los protagonistas.
                
      El mensaje, a través de una expresión que no dejó indiferente a ninguno de los presentes. La expresión, única y unívocapeculiar y denodadapersonalísima. El sentir de la reunión. incidió en la riqueza léxica, en un lenguaje muy fresco y moderno, a veces de marcado carácter barroco (difícilmente interpretable como demérito, sino al contrario), que conseguía elevar a literatura cualquier episodio baladí. Aunque hubo a quien más le parecía controvertida mezcla de lenguaje actual y antiguoclásico, y a quien el exceso de adjetivos le agobiaba. Traída y llevada expresión, más elogiada en unos relatos que en otros.
                
      De entre ellos -siete-, La decisión resultó el más valorado (casi por goleada): los comentarios enfatizaron capacidad de `enganche´, posibilidades de convertirlo en una gran novela o de éxito en un concurso literario, ecos de la primera narrativa de Vargas Llosa y la actitud del protagonista, que apunta a nihilismo y a fracaso (por cierto, único personaje del libro con nombre propio -Julito-). No obstante, sí, también los demás relatos recibieron valiosas muestras de f ascinación, en especial El accidente, o Lifting, o Enriqueta Capital, en fin.
   
        Al final, ante tanto adjetivo, el autor, que asistía a la reunión, se decantó por verbos, para confirmar, rectificar, asegurar, anecdotar y, sobre todo, agradecer. Pero imposible de reseñar, porque esto pertenece a las confidencias entrañables de la sesión.
                                               Fdo.: Ricardo Santofimia Muñoz.