lunes, 5 de enero de 2015

Reseña de la sesión dedicada a MIL SOLES ESPLÉNDIDOS de Khaled Hosseini

            Estado de ánimo, predisposición, material sensible. De cuando la tensión te reseca el velo del paladar. Y abandonas y dejas de leer porque la crueldad te paraliza (confesión de alguien que, sin embargo, asistía). O bebes rápido porque el libro, su lectura, se bebe: frases cortas, capítulos cortos, muy descriptivo, muy gráfico. Tal la sesión, muy gráfica. Un mazazo, llegó a calificarse la novela, compendio de un determinado estado de ánimo.
            Así, se pasó casi de puntillas por la simplicidad narrativa. Propia, por otra parte, según se comentó, de los best seller (y este libro lo es): capítulos muy cortos, espacio reconocible, universal, la mujer como heroína y final emocionante. ¿A qué buscar mejor guión para esta reseña?
            La historia de fondo (el espacio), Afganistán en sus últimos cuarenta años. Al comienzo de la reunión, se presumía que este contexto acapararía el grueso de las intervenciones. Y sí, buena parte de ellas desprendían una muy específica predisposición contra la sociedad que describe la novela, machista hasta la exasperación. Mirada crítica y afilada de los asistentes que, además, advierte la antítesis, ¿sólo alegórica?, entre el campo como ámbito de liberación y la ciudad (Kabul) con su atmósfera gris y agobiante como perímetro de opresión. Frente a esta realidad inicua, el coraje de la tertulia, la tensión.
            Sin embargo, la repulsa no cayó en el maniqueísmo que soterraba por la novela, que se alinea ante invasiones y revoluciones mil sufridas por el país (buenos y malos). Acaso, la solución llegue, se plantea la tertulia, por el flujo de los cambios culturales. Aunque, estos procesos llevan tiempo… Y mientras tanto, desde Occidente, ¿qué hacer?, ¿limitar nuestro influjo benefactor a comentarios internacionales, actitudes posibilistas de oenegés y alguna concesión de premios Nobel, y a esperar? No, no, la interrogación no era retórica. Si bien, dio para algún consuelo: Europa ha venido experimentando desde aproximadamente el siglo XV una evolución sociopolítica, aquí también se quemaba a herejes o asimilados, hasta que se ha logrado separar la ley religiosa de la civil. Pero semejante manumisión aún no ha calado en aquella sociedad novelada (aquella en el espacio, que no en el tiempo).
            Perverso déficit que la narración centra en la degradación social de la mujer. Heroína tipo best seller y tema de la obra, la mujer en países islámicos. Para la tertulia, una historia estremecedora, de la mujer como animalillo apaleado. Y sin embargo, en medio de tal degradación pervive o sobrevive la ternura. Contraste que anida en las dos mujeres protagonistas. La relación entre ambas, iniciada con odio recíproco, poco a poco confluye en unión ante la adversidad, la misma que las sojuzgaba, y en la búsqueda de la dignidad personal ante elementos familiares, sociales y religiosos tan desfavorables. Ímproba búsqueda para la cual, según apuntaron en la reunión, en tales condiciones siempre se hace imprescindible el apoyo de otros.
            Dos mujeres en el ánimo intelectual y humano de la reunión.
De Mariam, entienden los asistentes que sufrió la opresión desde el mismo nacimiento. Su propia madre le recordaba con frecuencia su condición social, y legal, de hija bastarda. Su padre, que la visitaba con periodicidad puntual, la trataba con cariño y mimos, afectos que, sin embargo, nunca sobrepasaban ese estigma socio-legal, ni lo sobrepasarían en el trance dramático de la relación. Mariam, tan sola, tan sólo encontraría bálsamo espiritual en sus conversaciones con el ulema. Pero, tras su matrimonio impuesto con Raschid, en los derroteros de la trama narrativa no era difícil adivinar su muerte final. Para la tertulia, autoinmolación última como acto extremo de liberación.
Laila, sin embargo, no padeció el yugo hasta los primeros estadios de la adolescencia, hasta la tragedia familiar y su matrimonio consentido por ella misma in extremis con Raschid. Aunque en ese vértice diabólico, ese matrimonio, Laila encontraría en Mariam una amiga y una madre (la narración precisa notable diferencia de edad entre ambas). Una forma de complicidad que mantendría vivas sus rebeldías. Esta mujer siempre valiente que, aun siendo feliz en Murri con su nuevo marido e hijos, vuelve a Kabul por compromiso con la Mariam ejecutada y con el tipo de sociedad a la que aspira. Mediante su entrega a la educación. La educación, material sensible, ¿cómo iba a pasar desapercibida a los miembros de esta tertulia?
La educación para superar y desterrar un machismo amamantado, imbuido, insuflado, sacralizado, estatalizado. Con personajes que le dan cobertura, si bien, en distinto grado. Así, Raschid simboliza el exceso, la bestia superlativa, que comienza por imponer el burka como predio y sumisión, y termina con los vilipendios y agresiones más despiadadas.
(El uso del burka suscitó en la tertulia alguna que otra cuestión: en las sociedades a que alude la novela, las mujeres llevan velo o no ¿por sumisión?, ¿por seguridad personal? De esta práctica, sospechas de hipocresía en algunos países. Y por otro lado, se advertía la existencia de un sustrato narrativo: casi todas las culturas desprenden cierto temor a lo femenino.)
En cuanto a Yalib, padre de Mariam, personaje con matices. Machismo de menor escala, nada visceral pero sociológico. Se somete a los dictados imperantes: la vende en matrimonio, aunque al cabo le pediría perdón por ello. Actitud cobarde, pues,  con pasaje ilustrativo cuando rehúye recibirla en su casa (al parecer, lo normal con bastardos en la sociedad narrada), principalmente por presión de las mujeres que convivían con él. Esas mujeres. No podía la tertulia soslayar componente tan contradictorio como reprobable.
Y un tercer personaje masculino, primer amor de Laila y segundo marido, que da la réplica a los otros. Cercano e identitario... Pero para entonces la bilis de la tertulia tenía demasiado reseco el velo del paladar.
También para entonces se había comentado ya el final de la novela. Respondía efectivamente al esquema best seller. Emocionante en cuanto que superaba con barniz de sentimentalismo la dureza narrada y dejaba la historia abierta. Con una luz de esperanza en las pistas que daba: tras los últimos episodios sociopolíticos, la población recobraba alborozo, se pintaban las casas, se ponían flores… ¿Fórmula alegórica del autor para conseguir la separación religión-sociedad?, ¿que los preceptos religiosos no tuvieran consecuencias civiles?, se preguntaba la tertulia. Y la propuesta del camino: la educación, material sensible. Para ello, imprescindible la predisposición de un determinado estado de ánimo.

Fdo.: Ricardo Santofimia Muñoz.

1 comentario:

  1. No pude asistir a la tertulia pero como siempre la reseña acertada de Ricardo.
    A mí no me gustó la novela. Nada.
    Creo que el autor usa el conocimiento de su país y de sus costumbres para redondear un best seller que escandalice a las sociedades occidentales. Su ligera reflexión sobre la complicidad y responsabilidad de Europa o EE.UU. en esa guerra, no es convincente.
    Para mí una estudiada obra para conseguir ser un best seller sin profundidad en los planteamientos ante la guerra, la religión, la venta de armas, el capitalismo...esa finalidad hace que sea dudosa y muy discutible esta novela.

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