La sesión apuntaba a corta y delgada, por algunos comentarios
intercambiados antes del comienzo. Y quedó palpable en cuanto se inició. La
lectura de esta novela, aun avalada por el reconocido prestigio del escritor en
el mundo literario, había generado entre estos lectores cierto desconcierto. En
este clima, más de uno confesó sin complejos que había resistido hasta el punto
final sólo por responsabilidad con el grupo (para alguno, aun a costa de su
sensación de pérdida de tiempo). Tertulia tan consolidada en objetivos y
métodos se encontraba al borde de la perplejidad.
Los primeros chapoteos presagiaban ir sobrenadando por
apuntes de cercanías hasta dar con algún anclaje de consistencia dialéctica, o
dar por concluida la reunión por imposibilidad, impotencia o incapacidad para
fondear.
Las intervenciones se apoyaban unas a otras. Lamentaron
un estilo denso y farragoso, con saltos en el vacío injustificables o inexplicables,
que revertían en una lectura angustiosa por seguir el hilo de la trama. ¿La
trama?, ¿qué trama? Se antojaba tan débil que el libro no pareciera novela en
el sentido estricto del género. ¿Acaso monólogo? ¿Tal vez ensayo?; pero
tampoco. Aunque…, por esta segunda vía… quizás… se asemejara, si no en su
totalidad, en esas dilatadas disertaciones por donde el texto aguijonea y
fustiga ensimismado, y, por supuesto, en el objetivo último de la obra.
Así, con todas las salvedades enunciadas, la tertulia se
sintió más identificada con su médula cuando reconoció, más allá de la historia
narrada, una reflexión-denuncia sobre la colonización de África por Europa a
comienzos del XX. Voracidad lucrativa agazapada bajo el manto redentor de la
civilización, que, aun con escasos medios, no escatimaba métodos de
explotación. El marfil como objeto de todos los deseos, y para su obtención, sometimiento
implacable o muerte de los aborígenes y depredación impasible de los animales
portadores de aquella codicia (¿a qué más medios con métodos tan expeditivos?).
La condición `in-humana´ de la civilización.
Por aquí, Vargas Llosa (argumento de autoridad para la
misma temática por El sueño del celta,
ya comentado en este Club). No en vano. Las últimas ediciones de El corazón de las tinieblas aportan su
firma de la Introducción. Fragmentos de ésta leídos durante la reunión
aportaron no poca luz y levantaron elogios por encima de la novela misma. Tan
perdidos andábamos.
Pero persistía la desazón. El personaje de Kurtz, ¿cómo
encajarlo en la trama? Ahhh…, la trama. Sí que parece su ensamblaje, pero
deslindemos, a mejor análisis. Se coincidió en personaje que emerge misterioso tras
los estadios iniciales de la narración, en las miasmas de lo esotérico; y
luego, a medida que el relato clarea por las incertidumbres, adquiere
dimensiones de cacique o similar abocado a la locura fatal.
Por estas sobrenadaba la tertulia, fatigada, cuando la
intervención de un miembro recién llegado la recuperó del tibio naufragio al
que se plegaba.
Cual
revival. Se hizo mención al título,
tan ilustrativo para la novela como para el despiste de los contertulios. Se
repasó las nieblas del espacio narrativo. Se reprochó el excesivo esfuerzo del
lector para la construcción de personajes, que apenas alcanza el bosquejo;
salvo Marlow y Kurtz, dotados de perfiles algo más nítidos. Se polemizó (poco)
sobre el acierto-exceso de lo simbólico, tanto del espacio como de los
personajes.
Y la colonización volvió al eje del análisis. Sin obviar
su mejor tratamiento en El sueño del
celta, la tertulia particularizó premisas y conclusiones de la obra de
Conrad: el colonizador de la novela va del idealismo primigenio y alentador a
la perversión última de sus credos, con
deriva final en la locura. En otra formulación, un enfermo por el poder (en su
concepto más tenebroso), cuya consecución lo transforma en salvaje. Con
corolario: las sociedades y culturas colonizadoras adquieren también, acaso
como acto reflejo, esa perversión del individuo singular -hablábamos de aquel
pasado novelado, ¿pero cómo asegurar si el comentario no procedía de un subconsciente
con claves más recientes o cercanas, más intramuros?
Colonización
(aquella) versus humanización. Pensamiento este que desprendió en la tertulia tres
ramales temáticos. Por un lado, la fascinación del mal latente en algunas
personas, representada por el atractivo que la personalidad de Kurtz ejerce en
Marlow. Por otro, la trascendencia de la mentira en determinadas situaciones, mediante
la ¿`mentira piadosa´? con que Marlow resuelve su entrevista con la novia de
Kurtz. Al respecto, se preguntaban los asistentes si a veces conviene más no
decir toda la verdad. A lo que respondía Vargas Llosa desde su referida
Introducción: “Hay verdades tan intolerables en la vida que justifican la
mentira”. Y por último una cuestión, turbadora cuando menos: el carácter
anónimo del poder, reflejado en esa Compañía nebulosa, inidentificable, la mano
que mece la cuna en el relato. Un continuum a lo largo de la Historia: la
Compañía, los mercados, la troika…
Pues
bien mirado, al final, la sesión resultó algo corta, pero no tan delgada.
Fdo.:
Ricardo Santofimia Muñoz.
Hay una verdad: ¡Vales un montón!.
ResponderEliminarDe una sesión algo corta has hecho una reseña magnifica.
Podría ser que quien la lea, intente leer el libro y lo comprenda mejor.
Yo pondría la reseña junto con la introducción de Vargas Llosa.
Enhorabuena