Reseña de la
sesión dedicada a AFTER DARK, de Haruki Murakami
Nada
es lo que parece o sí. Esta podría ser la conclusión más generalizada de los
asistentes. Pero, ojo, no en función de dos grupos antagónicos que argumentan u
opinan desde posiciones opuestas, sino en cuanto todos consideramos a la novela
susceptible de interpretaciones diversas y hasta contradictorias pero
igualmente válidas. Casi como la cuadratura del círculo: dos opiniones
distintas y enfrentadas que, sin embargo, superpuestas una a la otra, dan una
resultante común perfectamente asumible.
Sirva
lo anterior para intentar reflejar hasta qué punto la novela transmite un
mensaje inquietante, que atrapa al lector desde el inicio mismo e, intrigado,
lo lleva de la mano por un sendero que él deberá ir descubriendo y descifrando
solo.
Desnuda
soledad del lector, inhóspita soledad de los personajes, acechante soledad de
la existencia. La soledad como eje temático de la novela y, en consecuencia,
del debate entre los asistentes.
Mediante
la técnica del narrador-testigo, el autor sitúa a los personajes en el submundo
de la noche, jaspeado de fracasos y peligros. Se deduce Tokio como escenario,
pero bien podría ser cualquier otra gran ciudad, porque interesan más las
connotaciones de indefensión en un medio tan vasto como desolador que el lugar
específico.
También
los personajes aparecen como asiáticos. Aunque, en realidad, se trata de una
caracterización más bien superficial, porque lo verdaderamente atractivo se
centra en el estado emocional de cada cual y la confluencia o empatía y
desencuentros de sus sentimientos y concepción existencial.
Haruki Murakami |
Con
todo ello, el narrador sumerge al lector (a los lectores asistentes a esta
reunión) en una atmósfera brumosa, cargada de tensión ¾mediante la técnica
narrativa de cambios bruscos de escenario, y frases cortas y sugerentes tanto
en las descripciones como en el diálogo de los personajes.
Habría
que añadir que el autor elude conscientemente el clásico hilo narrativo de
presentación, nudo y desenlace. Apenas hay un comienzo explícito, y, sobre
todo, no hay final alguno, que queda abierto a la interpretación del lector,
aunque apuntando al suspense de un futuro incierto.
En
algo sí es un clásico la novela: en la universalidad de los temas tratados (la
soledad del ser humano como principal rasgo vertebrador) y de los personajes
que en ella se mueven (cabría referirlos a cualquier época). Así que,
corrijamos, tachemos ese “en algo” con que comienza esta párrafo final y
sustituyámoslo por un “en todo” con mayúsculas.
Fdo.:
Ricardo Santofimia Muñoz.
Me ha gustado muchíííísio la reseña. Gracias.
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